Amado Nervo, el asceta enamorado, dotó a su encendida lírica de un refinamiento, perfección de la forma, desnudez y sinceridad que lo entronaron como el auténtico modernista mexicano. No obstante, peregrinó poéticamente desde un apasionado romanticismo místico hasta una simplificación que se alejó de la retórica modernista en sus últimos tiempos; tránsito que es fiel reflejo de sus devenires vitales y que alumbró poemas que le valieron la admiración de figuras tan imponentes como Rubén Darío o Gabriela Mistral. Es Místicas, en el marco de su prolífica producción literaria, uno de los poemarios donde mejor conjuga Nervo la religión y el amor, temas centrales de su poesía. Publicado en 1898, lo integran composiciones que en algunos casos ya habían aparecido de forma dispersa en periódicos y revistas. De notorio carácter romántico —no exento de sensualismo—, la obra es resultado de su influjo juvenil y permite apreciar la transición mística del autor, que se evidencia en sus lamentaciones sobre la fragilidad y transitoriedad de las cosas, elevando además sus inquietudes a través de una sonora lírica. En su búsqueda de la tranquilidad espiritual, Nervo atesoraba una paz interior que pocas personas llegaremos a conocer, pero que a través de su poesía podemos acariciar.