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MUDANZAS
Aquel hombre, que poseía todo lo necesario, no era nada avaricioso. Por no tener no tenía ni demasiadas manías. Solo algunas cosas conseguían sacarlo de quicio: no soportaba el ruido, ni el excesivo silencio, ni el desorden... Por eso anduvo de acá para allá buscando su casa perfecta.