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NOMBRE DE LAS ESTRELLAS,EL
Pete Fromm vive desde hace años cómodamente instalado con su familia en la tranquila ciudad de Great Falls, en Montana. Al principio le costó cambiar su uniforme de guardabosques —con el que había vivido tantas aventuras en la «Gran Naturaleza Americana»— por el de hombre de familia, pero el amor inagotable que siente por sus dos hijos y las nuevas experiencias que comparte a diario con esos pequeños salvajes terminaron por inclinar la balanza. Asumió que sus días huyendo de osos grizzlies y sus noches al raso pelándose de f río y extasiado bajo las estrellas eran cosa del pasado. Y estaba bien que fuera así, al fin y al cabo, todos debemos madurar y dejar de lado ciertas cosas... Sin embargo, el reencuentro con un viejo amigo le ofrece la inesperada oportunidad de pasar un mes en un paraje remoto de las montañas del oeste de Montana. Y como el azar no deja casi nada al azar, su misión allí sería controlar el crecimiento de unos huevos de tímalo, es decir, prácticamente el mismo encargo que recibió veinticinco años atrás y que le abrió por primera vez las puertas de lo salvaje, proporcionándole además el material para el debut de su carrera literaria con un libro de culto, «Indian Creek. Un invierno a solas en la naturaleza salvaje». El círculo de toda una vida parecía cerrarse con admirable belleza... ¿cómo iba a rechazar esta oportunidad para adentrarse en las montañas que tanto sigue amando y para reconectar con esa parte esencial de él mismo? Pero... ¿y los niños? ¿Y si se los llevara? ¿No sería la oportunidad ideal para transmitirles su amor inextinguible por la naturaleza? ¿Sería una insensatez imperdonable llevarse a dos chavales de ocho y diez años a un lugar plagado de osos, lobos y coyotes, con tormentas devastadoras y el médico más cercano a ocho horas de viaje a caballo?