Desde el siglo xii se tiene constancia documental de la existencia —que en realidad se remonta a un siglo antes— de la población de Olmeda de las Fuentes. En estos nueve siglos de pocos sobresaltos ha habido un hito, ocurrido hace cuatrocientos años, que, como un volcán que duerme, ha entrado recientemente en erupción. Su identificación por parte del padre Juan González Núñez, misionero comboniano en Etiopía, como el lugar de nacimiento del jesuita Pedro Páez, descubridor 1618, en aquel país africano, al sur del lago Tana, de las fuentes de Nilo Azul. Lo hizo en un artículo publicado en Mundo Negro en 1988, ampliado dos años más tarde en la obra Etiopía, hombres, lugares y mitos. Con esa información y su propio viaje, el escritor Javier Reverte difunde en 2001 la vida de Páez en su obra Dios, el Diablo y la aventura. La historia de Pedro Páez, el español que descubrió el Nilo Azul. Cuando se cumplen cuatro siglos de la muerte en 1622 de este hombre singular, Alonso Juliá nos narra como fueron aquellos siglos y estos años en el lugar que ya irrevocablemente ha quedado identificado con su vecino universal, la villa de Olmeda de la Fuentes... del Nilo.