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PERDONEME PADRE
El padre Adrián hace mucho tiempo que consideró su culpa redimida. Sus malos hábitos, sus adicciones y sus para nada aconsejables compañías lo llevaron al abismo. Por suerte, justo antes de caer, encontró en la religión su lugar seguro. Y su tapadera perfecta. Año tras año, todo ha funcionado, todo ha estado en calma. Hasta que una joven novicia aparece con una cara angelical y una boca de pecado para estropear su estabilidad. Catrina necesita ingresar en ese convento y destapar lo que sea que ocurre allí dentro, pues de ello depende su supervivencia. Aunque su misión implique a un hombre prohibido y posiblemente peligroso ahora que está en el momento más duro de su vida: en plena desintoxicación de su mala relación con el sexo, las sustancias y la noche. ¿Lo único bueno? Que perdida en un pueblo diminuto de Portugal e interna en un convento, se mantendrá aislada de todo lo que conoce y a kilómetros de su antigua vida. Allí, despojada de sus pertenencias, solo podrá entregarse a Dios. No sabe que su Dios está más cerca de lo que cree, mide un metro ochenta, tiene los ojos verdes como un peligroso lago, una boca sucia e intenciones oscuras que nublarán la búsqueda de su luz.