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PRESAGIOS DE ESPERANZA
La poesía es un presagio de esperanza, una duda que se mueve a su antojo por el aire buscando un cuerpo que le dé abrigo. Así es el verso de José María Sánchez Aranda, el pintor que se hizo poeta o el poeta que pinta sus cuadros con palabras; pues, a veces, es difícil deslindar lo uno de lo otro en el corpus de su obra. En este sentido, Presagios de esperanza, su tercer poemario, es un juego sinestésico de luces y colores, donde la sonoridad alcanza tonos musicales a la par que pictóricos. Los colores son palabras, o las palabras son colores y melodías sugerentes que atrapan la sensibilidad de quien los toca. Ahora su poesía refleja una densa fortaleza rítmica interior que hiere o que subyuga, al antojo de una mano creadora que siente el mundo —ya sea familiar y propio o ajeno— y es capaz de transformarlo en poesía. En este cosmos recreado, el poema se extiende sobre la vida, haciéndola más confortable o, al menos, hermosamente habitable. Los ojos del poeta son los ojos del pintor, capaz de emplear la palabra-pincelada justa, hasta convertir lo soñado en deseable y lo humano en sagrado sacrilegio para los sentidos. Poesía con relieves y texturas, con trazo firme y sereno, pero contundente. Nada es lo que parece y todo es lo que esperamos. El cielo y el infierno están unidos. El hombre mora en ambos reinos. Ramón Martínez