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PSICOTERAPIA CORPORAL INTEGRADORA HUMANISTA
La impronta temprana es el primer vestido que se tejió en nuestra piel, es nuestra historia en una voz no hablada, en el lenguaje de lo somático. Es un espacio en el que encontramos las respuestas a lo que vivimos desde nuestra gestación, incluso antes, y un latido que impulsa nuestra realidad, ya sea en forma de defensa o de recurso, siempre en pro del aprendizaje, a la adaptación y a la reparación. Frecuentemente, cuando hablo de las marcas somáticas, estas son mal entendidas como un espacio de sufrimiento, de trauma, de dolor e interferencia. No quiero tampoco relegar estos aspectos del concepto de impronta, pero quizás los psicoterapeutas estamos demasiado acostumbrados a hablar de patología y nos olvidamos a menudo de hablar de la versión sana de los aspectos más polarizados de la defensa. La impronta también puede ser un espacio de fortaleza. Un recuerdo pulsante de salud y de resistencia, de aspectos que vivimos e integramos en nuestro cuerpo como grandes tesoros que nos protegen de las inclemencias psicológicas.