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RELATOS DE UCRANIA
Un fin de semana Katerina volvió a ir a la biblioteca. Tomó el libro de La Luna de la estantería. Con paso seguro se dirigió hacia la puerta trasera de la biblioteca, que conducía al jardín, situado junto al Puente de los Deseos. Se sentó en el banco de piedra, en un rincón del puente protegido del frío y del viento. Abrió el libro y empezó a leer en voz alta en un ucraniano melódico. Al cabo de un rato cerró los ojos. Traía preparada una pregunta un poco especial, que había estado madurando varias semanas antes, cuando la luna se encontraba en cuarto menguante; época ideal para la reflexión y las preguntas (según decía el libro). Se trataba, sobre todo, de una pregunta que siempre había temido hacer, pero aquel día, con más confianza en sí misma, volvió a sentirse audaz: —¿De quién soy hija? ¿Por qué me abandonaron mis padres en el orfanato, querida Luna? Entonces, la luna le respondió con una voz pausada pero firme, narrando sueños fantásticos: —Tú eres hija de la hermosa princesa Nataska de Kiev... La autora