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ROSARIO
Este poemario remite a la oración mariana por excelencia, y por mariana, cristocéntrica, porque es la oración que contempla los momentos más relevantes de la historia de la salvación y recorre la misión de Cristo a través de sus hitos significativos. Oración y poesía han ido desde siempre unidas, hasta el punto de que quizá resulte ocioso preguntarse qué fue primero. El pueblo de Israel ha orado y salmodiado en verso, la Palabra inspirada se ha transcrito en versos tan humanos como divinos en los Salmos, en el Cantar de los Cantares, y la Virgen María es ella misma poeta: la única vez que en los evangelios escuchamos largo y tendido la voz de la Virgen es para escuchar de sus labios un himno exultante de alegría, el Magníficat, con el cual llevamos más de dos mil años orando los cristianos cada día en la oración de vísperas. Es decir, la via pulchritudinis, que tanto reivindicamos hoy, ha sido el camino naturalmente espontáneo en los anhelos humanos a la cercanía de Dios.