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SAN FRANCISCO DE SALES
En la estela del humanismo renacentista, san Francisco de Sales elaboró —no de manera teórica sino práctica y pastoral— un proyecto de educación y formación integral de la persona. Cada ser humano está llamado a perfeccionarse a sí mismo en todas sus dimensiones como individuo: los sentidos del cuerpo, las pasiones y los afectos del alma, las facultades espirituales de la memoria y del entendimiento y, de modo particular, el corazón, sede de la voluntad y de la libertad. Como persona inmersa en la sociedad, san Francisco de Sales se muestra atento a la promoción de la dignidad de cada persona, tanto en la familia, en las relaciones sociales, en el trabajo, en el tiempo libre como en el servicio de la propia patria. Finalmente, san Francisco de Sales no puede pensar en la persona sin su apertura a la trascendencia. En este campo su propuesta también es original: tiene una imagen positiva de un Dios que atrae al hombre respetando su libertad; la devoción que promueve es una «devoción civil»; además, el amor de Dios debe vivirse en la vida cotidiana, mientras que el amor al prójimo se caracteriza por la «dulzura», flor de la caridad. El proyecto de san Francisco de Sales es un antídoto contra una formación unidimensional que pasa por alto los múltiples recursos de la naturaleza humana.