Haz clic en la imagen para ampliarla
SEIS PASOS PARA CAMBIAR LA CONDUCTA DESOBEDIENTE DE NUESTRO HIJO
Antes de ser padres ya nos ocupamos del hijo que viene de camino: barajamos nombres, decoramos el cuarto, compramos ropa de bebé... Pensamos en todo lo que va a necesitar para que no le falte de nada. ¿Y su educación? Confiamos en que se comerá lo que con tanto cariño le hemos preparado, que dormirá plácidamente, que se calmará cuando lo tomemos en brazos, etc. Entonces sobreviene la decepción: a pesar de que le pedimos con amabilidad que se asee, que se vista solo, que recoja los juguetes o que se acueste porque es tarde, el niño erre que erre no atiende a nuestros ruegos, no sigue nuestras indicaciones, da el espectáculo delante de la familia y de los amigos, provocando en los padres una mezcla de rabia, desánimo, impotencia y culpa. La desobediencia tiene muchas caras, pero al margen de que el hijo se haga el sueco, gruña y refunfuñe cuando se le ordena algo, agarre una rabieta de tomo y lomo o desafíe abiertamente la autoridad, la mayoría de los padres nos quejamos de las batallas a la hora de acostarse, de la lucha para que coma, del lloriqueo enervante cuando le negamos un capricho, etc., y acabamos enredándonos en gritos, discusiones interminables, diálogos de sordos y pulsos de fuerza para tener la sartén por el mango. La ilusión, el afecto y el amor no son remedio suficiente para los problemas de obediencia. Esta guía viene a llenar la laguna de los padres que no han recibido una formación específica para educar a sus hijos, especialmente a los más rebeldes, ofreciendo pautas para adquirir habilidades parentales, para ejercer la autoridad con firmeza sin caer en el autoritarismo, para favorecer el comportamiento responsable y autónomo del hijo, en definitiva, para que aprenda las reglas que rigen la convivencia.