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SONETOS
William Shakespeare no tuvo nada en contra de la publicación de sus propias obras, que constituía una fuente de ingresos para su negocio. Pero en lo relativo a los poemas su actitud fue muy variable: se ocupó con sumo cuidado de la publicación de los poemas narrativos que dedicó al conde de Southampton ("Venus y Adonis" y "El rapto de Lucrecia"), de los cuales se realizaron numerosas reimpresiones que los hicieron muy populares, pero, según parece, no intervino en la recopilación ni en la publicación de los sonetos. El autor se comportó con sus composiciones líricas más breves de manera despreocupada y negligente, y se limitó a distribuirlos entre sus allegados. La autoría de Shakespeare en lo que respecta a los sonetos nunca ha sido seriamente puesta en entredicho. La fuerza, la belleza y el brillo del lenguaje, la complejidad de la sintaxis y la sutileza de los ritmos parecen perfectamente acordes con la variedad estilística de la mejor poesía que despliegan sus obras de teatro. Sin embargo, el absoluto desconocimiento de las circunstancias que los llevaron a la imprenta y la rareza de los personajes que los pueblan y de las situaciones a que aluden dieron lugar a especulaciones sobre la identidad de las personas y los acontecimientos reales en los que se sustentan. Lo que sí ofrece en estos sonetos es el análisis más completo y variado del tema central de toda la tradición: la psicología moral del amor.