La obra tiene como objetivo construir algunos consensos sobre la justicia en la educación de los niños. Con este propósito, se rechaza la confrontación entre diferentes propuestas de justicia educativa y se explica por qué son, en lo convincente, complementarias. Sobre la base de esta complementariedad, se construye una visión pluralista de la justicia en la educación que aspira a servir para evaluar los sistemas educativos y para orientar las reformas educativas. En el camino se elabora en qué consiste una educación buena y justa. Una exigencia prioritaria que se defiende es la de desarrollar las capacidades de autonomía y deliberación de los niños. Asimismo, se destaca la importancia de que los niños aprendan a relacionarse como iguales, independientemente de su origen social. Estos dos objetivos educativos determinan un umbral mínimo de educación adecuada, pero las exigencias de justicia educativa no terminan ahí. Se defiende, además, una distribución igualitaria de las oportunidades de autorrealización que la educación confiere. También se reivindican iguales oportunidades para obtener los méritos que dan acceso a posiciones aventajadas en la sociedad. Y se sostiene, asimismo, la importancia de disfrutar de la propia infancia. Se matiza, no obstante, que algunas desigualdades educativas están justificadas por razones de eficiencia, de promoción de la excelencia y/o de respeto a prerrogativas de los padres respecto de la educación de sus hijos.