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TRAS EL INVIERNO LLEGA SIEMPRE LA PRIMAVERA
La vida de una persona transcurre a lo largo de días y estaciones viviendo todo tipo de circunstancias en un marco tanto familiar donde destacan, en Canarias, las matriarcas, la insularidad, circunstancias personales como la soledad, el silencio, el amor dedicado a cada una de las personas por las que has tenido sentimientos y que siempre va acompañado del desamor consecuente al romper una relación o al no llegar estas a buen puerto. El desamor es un gran catalizador del escritor, al igual que lo es la noche para algunas personas, acostumbradas a trabajar en el silencio de las sombras como búhos, que no pueden dormir y ven las horas pasar en las manecillas del reloj, y que ocupan su tiempo creando o divirtiéndose con sus ordenadores como toda persona contemporánea a su tiempo. Crear, entre sueños y noches, rendir homenaje a los elementos y el amor por la naturaleza siempre han estado presentes en el ideario de la autora, y más en el incomparable marco de Canarias, que tiene al final una pequeña evocación a través de dos poemas. Todo ello conforma el resumen de la vida de una mujer solitaria, gran parte de su vida, que ha amado, que ha sufrido por amor, que ha recorrido escenarios diversos en su vida y que, como isleña, siente el mar, el ansia de libertad encerrada en su isla, siendo ella misma una de las islas en sí misma del archipiélago canario, en un océano infinito de amores, desamores, creatividad, y la angustia vital del que solo tiene en ocasiones el amor de una amada madre. El lirismo, la sencillez a veces, las imágenes, las metáforas, los simbolismos más clásicos, el tono humano de la poesía de la autora... te trasladan a esa emotividad y sentimientos a flor de piel descarnados de una vida en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de personas, que es la forma que tiene un isleño de definir el mundo. El mundo, un océano.