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UN DAÑO IRREVERSIBLE
Hasta hace apenas unos años, el trastorno de identidad de género —la sensación de grave incomodidad en el sexo biológico propio— era muy infrecuente. Se daba en menos del 0,01 por ciento de la población, aparecía durante los primeros años de infancia y afectaba de manera casi exclusiva a los hombres.
Pero hoy en día, en las universidades, los institutos e incluso las escuelas primarias grupos enteros de amigas afirman ser «transgénero». Son niñas que nunca han experimentado incomodidad alguna con su sexo biológico hasta que alguien da una conferencia en su escuela sobre su experiencia trans, descubren la comunidad de influencers trans en internet o alguien les dice que serán más populares entre sus amigos y en sus redes sociales si se declaran transexuales.
Padres que hasta entonces no habían sospechado nada descubren que sus hijas están enganchadas a estrellas trans de YouTube. Y educadores y terapeutas «afirmadores de género» empujan a chicas que aún no han llegado a la edad adulta a adoptar cambios irreversibles que les afectarán de por vida, como dobles mastectomías y bloqueadores de la pubertad que pueden causar infertilidad permanente.
Abigai Shrier, periodista del Wall Street Journal, ha investigado la moda trans, hablado con las chicas, con sus angustiados padres y los consejeros y médicos que llevan a cabo las transiciones de género, así como con las jóvenes que, al acercarse a la edad adulta, se arrepienten amargamente de haberse sometido a ese proceso en su adolescencia.
Y con ello ha generado una enorme polémica, recibiendo acusaciones de transfobia y peticiones públicas de que se censure el libro. Algo que, afortunadamente, no han conseguido.