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UNA CICATRIZ CON CREMALLERA
Entre el amor que se añora y se espera volver a descubrir a la vuelta de cualquier esquina —o a la salida de un bar sin nombre—, y el odio que nunca acaba de solidificar porque no merece la alegría, transcurren estos poemas de encierro y huida. Escritos por momentos por un muerto lleno de ganas de vivir, el rencor pierde a diario la batalla frente a la mínima maravilla de una flor entre dos adoquines. Este libro es un columpio. Va del dolor a la ilusión, de la crítica a la esperanza sin garantías, del principio al fin y todo lo contrario. Porque, como el propio autor declara en este libro: «Ocurre que lo vivido, aunque te maten, no te lo pueden quitar».