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UNA PRINCESITA
La escritora británico-americana Frances Hodgson Burnett (1849-1924) se ha convertido con el paso del tiempo en todo un clásico de la literatura infantil y juvenil, gracias sobre todo a tres obras: El jardín secreto (1911), El pequeño Lord (1886), editada ya en esta misma colección y la historia de Sara Crewe, Una princesita (1905). Las tres han sido traducidas a multitud de idiomas y han dado lugar a exitosas versiones cinematográficas a lo largo de todo el último siglo. De Una princesita se hizo una adaptación al cine en 1939 protagonizada por Shirley Temple, también una serie de televisión animada en 1985, y en 1995 el cineasta mexicano Alfonso Cuarón, director de Harry Potter, Gravity o Roma, dirigió la película La princesita, con la cual recibió reconocimiento internacional. Una princesita es una de las novelas más aplaudidas y entrañables de Frances Hodgson Burnett. Es la historia una niña, Sara Crewe quien, tras crecer feliz en la India colonial a finales del siglo XIX con su padre viudo, ingresa en un internado en Inglaterra donde pronto verá su vida convertida en un infierno, viéndose obligada a abandonar su vida de lujos y privilegios por una de servidumbre y pobreza. Para sobrevivir a esos tiempos difíciles se refugia en el poder de la inventiva y la ilusión, recordándose a sí misma que es una princesita mientras espera la llegada de un milagro. Una novela magistralmente escrita que celebra el poder de la imaginación. Sara Crewe es una heroína brillante y generosa, y las lectoras conectarán sin duda con ella sufriendo sus penurias y celebrando con lágrimas de alegría sus logros. Frances Hodgson Burnett (Manchester, 1849-Long Island, Nueva York, 1924) es una de las escritoras infantiles más aclamadas de todos los tiempos. Nos dejó historias inolvidables como El jardín secreto, Una princesita o El pequeño Lord (Espuela de Plata, 2015). Su padre murió cuando ella era muy pequeña. Su madre luchó por mantener el negocio familiar, una tienda de muebles, a flote mientras criaba a sus cinco hijos. Pero finalmente, se vio obligada a emigrar a Knoxville, Tennessee, en Estados Unidos. Para tratar de ayudar económicamente a su familia, Burnett comenzó a enviar sus historias a revistas femeninas por las que obtuvo un gran reconocimiento. A finales de la década de 1860, sus historias se publicaron en casi todas las revistas de moda estadounidenses. A diferencia de su exitosa carrera literaria, en su vida personal fue mucho más desdichada. Nunca se repuso de la muerte de su hijo por tuberculosis, quien inspiró varias historias sobre niños enfermos o moribundos. Al igual que otras escritoras, como Elena Fortún, resulta paradójica la inmensa felicidad que ha generado en varias generaciones de niños y niñas con sus libros frente a su terrible sufrimiento personal.