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VOCES DE LO SALVAJE
Con Voces de lo salvaje me propongo escuchar las pequeñas e insistentes llamadas que la naturaleza me hace a cada paso. Con susurros o a gritos, lo no domesticado que hay dentro de mí me interpela. Está el mar, que me echa en falta, y no solo en verano; están los árboles, las rocas, la arena, que me quieren más cerca; está por supuesto el sol, que quiere siempre calentarme. Y también la voz del silencio. Lo espiritual puede estar tanto en una tarde de invierno en la que me pega el viento en la cara como en la llamada del océano cuando estoy rodeado de tráfico. Y no hace falta que me vaya a un retiro en el monte para escuchar estas voces: me llegan desde mi chiringuito favorito y también desde la terraza del bar de al lado de mi casa, mientras me pido en barra un capuchino doble con extra de canela.